MIKEL, UN JOVEN VALIENTE


                          MIKEL,UN JOVEN VALIENTE




-Cuento número 8 de la colección: Cuentos para Conquezuela-

El río Torete, llamado también Bordecorex, nace
en la  Sierra Ministra, concretamente en
la "Cuenca del Cerrajón" y sus
primeras aguas bautizan el término de Conquezuela.  De ahí viene el nombre de una preciosa aldea soriana,
que está en la suela de un cuenco, y que tras llegar la nieve invernal, colmando
de pureza sus  cobrizos tejados, parece
un belén, sacado de una postal de Navidad.

 

Y no es, menos bonita en verano, cuando el
sol ilumina y decora la vertical hermosura, de los riscos de Santa Cruz. Bajo sus
pies, el riachuelo discurre manso y tranquilo, al tiempo que, el trigo y los
girasoles, embellecen cual alfombra, el espléndido paisaje del lugar.

 

Entré por el Hastial y llegué a la plaza de
Conquezuela, donde los chicos jugaban al frontón y allí le conocí.

 

A Mikel, le llamaban Valentón por las
valerosas hazañas que de él contaban sus amigos.

 

        En una 
ocasión en que la temperatura soriana del frío Enero se dejaba sentir
con intensidad, vio caer a una niña en el río Torete o Bordecorex, que divide
en  dos el término de Conquezuela.

 

        Ante los gritos de la pequeña, Valentón
se lanzó al agua sin pensárselo y la rescató al instante.

       

        Después se sorprendió a sí mismo exclamando:
 ¡Pero si yo no sé nadar!. ¿Será cierto
que he salvado a esta niña, o estoy soñando?.

 

        Acudieron de inmediato sus amigos y le interrogaron:

 

        -¿Dónde aprendiste a nadar, Valentón?

 

-Jamás aprendí ese deporte, y lo curioso es
que no me he ahogado.

-     
¿Estaba
fría el agua?, le preguntaron.

 

       - ¿El
agua?, Ni siquiera lo he notado, pero ahora que lo nombráis, parece que siento
un poco de frío, vayamos a secarnos, dijo, dirigiéndose a la niña, pocos años
más joven que él.

- Si me pidieran que me tirara  de nuevo al río, no creo que fuera capaz de
hacerlo, pues siempre he tenido miedo de la corriente del agua.

 

        - ¿Miedo tú?    - Sí,
yo.

 

        - Pues no es eso lo que se cuenta de
ti.

        

- Pero lo tengo, al igual que tengo valor. El
miedo es necesario, porque nos hace respetar los peligros. Os contaré una
anécdota:

       

- Estábamos un día jugando al frontón y le
di tan mal a la pelota, que fue a quedarse en el tejado de una casa; y ya
sabéis cual es la norma: El que la cuelga, la descuelga.

               

-
Así que tuve que subir a por ella. Trepé hasta el último barrote de una endeble
escalera de madera, en la que apenas podía sostener el equilibrio; y valiéndome
de una larga caña conseguí rescatar la pelota.

       

- Subir me daba miedo, pero bajar de la
escalera me aterrorizaba, pues siempre he tenido pánico a las alturas ya que
suelen darme mucho vértigo. Así pues, bajé despacio, con los ojos fijos en mis
manos, para no ver a qué altura me hallaba del suelo. Estaba temblando, pero
hice todo lo que pude para que nadie lo notara, pues mi orgullo era más fuerte
que el miedo.

        - En cambio, en cierta ocasión que un
mequetrefe no compartía mis ideas, sobre un deporte que estábamos contemplando
e increpaba a mi equipo favorito, pensé propinarle una bofetada, ya que me
sentía superior en fuerzas; pero al ver que iba acompañado de cuatro amigos más
robustos, contuve mis impulsos, porque hubiera recibido más bofetadas yo, que
ellos.

       

      - Esta vez, ya veis, pudo más el miedo
que el orgullo. Y gracias a eso, aprendí a respetar a mis semejantes.

 

   El
valor y el miedo, son sentimientos que usados correctamente, nos ayudan a
mejorar.

  

   Los amigos comprendieron y felicitaron a Mikel,
y se fueron todos juntos a  echar una
partida de frontón.

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     Título del
cuento: MIKEL, UN JOVEN VALIENTE


Autor:
Francisco Carlos Solé Llop, año 2016


Dedicado
a MIKEL LAORDEN GONZALO


Cuento  nº 8 de la colección: CPC