OCHO ROSCOS, OCHO LIMONES Y OCHO NARANJAS


-OCHO ROSCOS, OCHO LIMONES Y OCHO NARANJAS-

 

 

        Siglos atrás, corría un mes helador de primavera, tras esa Santa Cruz, que nos descubre
la Semana Santa de los creyentes.

        Conquezuela y sus fértiles campos sorianos, estaban cubiertos de nieve, lo cual se acogía
con normalidad en esa época del año. 

        Las humeantes chimeneas de las casas, delataban que las familias vivían en perfecta
armonía, junto al fuego del hogar. Era el tiempo aquel en el que todos los
abuelos, contaban pequeñas historias para entretener a sus nietos,  y una de ellas era ésta:

        Un lugareño, padre de ocho hijos, que trabajaba bien la tierra y obtenía buenas cosechas
por su labor, fue acusado injustamente por un súbdito infiel, (al que llamaron "Judas") acosador al
servicio del rey, de no pagar los impuestos correspondientes.

       

El rey mandó a sus vasallos que ahorcaran al campesino, como de costumbre. Eso quería decir colgado de un
olmo
, untando su cuerpo con limón para atraer a las alimañas, y rodeado
de ocho limones,
uno por cada hijo que tenía, como aviso para amedrentar a
su familia.

 

        Y así se hizo, en un frío atardecer primaveral, ante la mirada de propios y extraños;
leyeron la sentencia, le untaron con limón, y se ejecutó la orden. El ahorcado,
lanzó un grito de dolor y miedo, y enmudeció al instante. Notó deslizarse la
soga alrededor de su cuello, pero no le ahogó del todo, aunque se hizo el
muerto debidamente. La gente aplaudió y fue desfilando entre comentarios a
favor y en contra, como siempre ocurre.

        El ahorcado sabía que estaba vivo, como si alguien le hubiera sujetado los pies en la
caída
, justo al límite en que la cuerda aprieta la nuez de la garganta.

        Ya anocheciendo, miró hacia las cumbres nevadas que tenía delante, y vio un
resplandor al cual no dio importancia, pensando que eran los últimos rayos del
Sol, resbalando sobre la nieve de los riscos. Y se durmió.

        A la mañana siguiente, seguía allí sin novedad, no podía creerlo. Los animales no le
molestaron en ningún momento y sentía una paz interior que nunca había
experimentado.

        Su cuerpo suspendido, no pesaba, su respiración era leve, suave, casi imperceptible y no tenía
hambre.

        Los pastores y los campesinos que transitaban por allí, podían comprobar que el ahorcado
permanecía inmóvil, muerto al parecer, pero sin ningún rasguño y con los ocho
limones que le rodeaban
, en el mismo orden.

        El hecho fue tan comentado que llegó a oídos del rey, quien envió a un emisario de la
guardia real para su reconocimiento, el cual se extrañó al observar la piel todavía
tersa y morena del hombre.

        Giró hacia su espalda y observó un resplandor de luz
cegadora que nubló su vista y le impidió regresar, y así un guardia tras otro,
perdían el rumbo; hasta que, en el octavo atardecer, incrédulo y
alarmado, intervino el rey, para terminar con este asunto inaudito, que estaba
en boca de toda la corte; y un haz luminoso y destellante en forma de cruz, signo
de la verdad
, le cegó también a él y a todos sus súbditos.

         Entonces, descendió desde los altos riscos tal mujer, pura y hermosa como la nieve,
luciendo en sus manos una cruz resplandeciente, de brillo deslumbrante y
perturbador. Ordenó a los hombres del rey, cortar la rama del olmo y liberar al
inocente campesino.

Convirtió los 8 limones en 8 naranjas, y mandó llevárselas a cada uno de los ocho hijos del reo.

Así lo hicieron los soldados.

        El rey, tras arrepentirse de sus malos actos fue perdonado, mandó colgar al "Judas" por
calumniar indebidamente, y decretó retornar una gran parte de los impuestos, a
las gentes de Conquezuela y contorno, que  aceptaron de buen grado el gesto real, y lo
ofrecieron para construir una ermita bajo los bellos riscos de aquel lugar,
dedicada a la Virgen de la Santa Cruz, quien luce junto a sus pies,
una media luna brillante, que representa la victoria sobre el infiel.

        Por eso cuando se celebra la fiesta en honor a esta Virgen, se corta la rama de un olmo
y en ella cuelgan ocho limones, ocho naranjas y ocho roscos azucarados, éstos
últimos simbolizan la forma dulce de una horca
, enroscada al cuello, durante
ocho días.

        Después esta rama (o ramo), que adornan con muy
buen gusto los mayordomos, se sortea entre los asistentes  y, el donativo que ofrecen por ella los
fieles, sirve para la conservación de la ermita.

   
  
        Antes, esta fiesta se celebraba en el primaveral mes de Mayo, que es el mes de María,

pero después, se trasladó a otra fecha cuyo
tiempo más benévolo, permitiera la asistencia de un mayor número de personas. En
la actualidad, la romería a la Virgen se festeja un sábado, acordado en la
primera quincena de Agosto.

     
  Cuenta
la leyenda, que fué Santa Elena,
quien realizó el hallazgo de la Santa Cruz, el 3 de Mayo del año 326
,

 día que lo celebra la Iglesia.

     Por la Europa cristiana y Sudamérica, existen
diversos altares dedicados a la Santa Cruz o Vera Cruz de Jesucristo. En la
ciudad de Cádiz se halla la catedral de la Santa Cruz más antigua de España
,
que mandó construir  en el siglo XIII Alfonso
X el Sabio de Castilla
, cuyo libro Cántigas de Santa María, ha sido uno de
los que he usado para elaborar esta historia, junto con leyendas y símbolos
religiosos; y mi propia imaginación.

 

                       Donativo:

 

La recaudación íntegra
de este cuento será destinada a mejoras para la ermita.

 

Cuento nº 5 de la
colección


Cuentos para Conquezuela

           Depósito legal: 16.150/2013                      AUTOR:              Francisco C. Solé Llop